sábado, 6 de agosto de 2011

El grito de África

     Es el devenir de un ciclo. Es el clima, que tan pronto muestra su cara amable como, de repente, deja ver su lado oscuro. No sé cuánto tiempo hace que no llueve el África oriental, pero la falta de esas lluvias está haciendo estragos en la zona. El cuerno de África (Somalia, Etiopía, Eritrea, Sudán y Kenia) está sufriendo la peor crisis humanitaria actual y la más grave desde la hambruna de los años 1991 y 1992 en Somalia (siempre los mismos). Doce millones de personas están afectadas. Doce millones. El equivalente a la cuarta parte de la población española. De ellas, medio millón puede morir de hambre en un muy corto plazo de tiempo. Morirán. De hambre. En un planeta poblado por seis mil quinientos millones de personas que generan alimentos para doce mil millones. Como siempre, la franja de la población más afectada es la infancia y los ancianos. Los más débiles entre los débiles.
     Cada día llegan a Mogadiscio, la capital somalí, en torno al millar de personas en busca de ayuda. Hombres, mujeres y niños desesperados, sin nada a cuesta, que lo han dejado todo, porque nada tenían, para hacer un infernal viaje arrastrando los pies por el polvo y dejando atrás a los que van siendo vencidos por el camino. En el resto de los países de la zona, la cosa no pinta mejor.
     Pero lo fácil es pensar que esta desgracia se debe a la falta de lluvias. También en Europa se dan de forma recurrente períodos de sequía y no por ello doce millones de personas se ven condendas a morir de hambre. Ni doce millones, ni veinte, ni un millón, ni mil. La cosa se pone fea, sí, pero no se llega ni de lejos a los escalofriantes extremos a los que se llega en el continente africano.
     En África, las mejores tierras de cultivo están acumulándose en manos de los petromillonarios del mundo que las usan para cultivar no comida, ni para ellos ni para nadie. Las quieren para el cultivo intensivo de cosechas que servirán para la fabricación de biocombustibles. El petróleo se acaba y hay que empezar a pensar en las alternativas. África vuelve a estar en el punto de mira de occidente como lo estuvo en el siglo XIX en la época colonial. África, ese enorme continente que sólo cobra importancia cuando sus recursos naturales les son necesarios a occidente. Pero a sus gentes que les den. A los pueblos, dueños de la tierra y los recursos, nadie los tiene en cuenta. Más bien son un estorbo, un engorro, cuando hay que ir a tomar posesión de la tierra. Este continente está plagado de ejemplos de ello: los diamantes y esmeraldas de sangre, arrancados a la tierra a costa de la vida de los esclavos; el delta del Níger, que costará, como poco, treinta años limpiar y rehabilitar como espacio natural después de la despiadada política de extracción de petróleo llevada a cabo por la Shell, a cuyas gasolineras acudimos a llenar los depósitos de nuestros coches consciente o inconscientemente ignorantes de la forma en que ese combustible llega a nuestras vidas; la extracción del coltán, que genera guerras civiles, allí donde ese mineral es encontrado, para hacerse con el control de los yacimientos y gestionar el comercio con los países occidentales que cada vez demandan más cantidad de esa materia prima que, de ser desconocida hasta hace poco, se ha hecho indispensable para su uso en el desarrollo de las nuevas tecnologías (telefonía móvil, ordenadores, armamento, etc.). Y esa actividad económica que sólo beneficia a unos pocos grupos de poder africanos y al gran empresariado del primer mundo deglute seres humanos a través de la esclavitud, enormes espacios naturales y se lleva por delante la biodiversidad al hacer desaparecer muchas especies de la fauna local, algunas de ellas protegidas, como gorilas, chimpancés o elefantes. Por poner un ejemplo.
     Que le digan a la mujer de la foto que su hijo ha muerto de hambre por culpa de la sequía. Una desgracia natural como otra cualquiera. A ver quién le explica que esa misma sequía en España, o en Alemania, no habría tenido los efectos que tiene en su país.
     Me pongo de los nervios, de verdad.
     La ONU, después de activar la alarma, ha pedido a la comunidad internacional mil millones de dólares para hacer frente a la crisis. Y le está costando reunir esa cantidad. Los países ricos vuelven a mirar hacia otro lado. Y ello a pesar de que la deuda de muchos países con la ONU es, en conjunto, muy superior a esa cifra. ¿Qué son mil millones de dólares en el conjunto de la riqueza mundial? Una mierda. Y cuesta reunir esa cifra. Lo que de verdad me cuesta es creerme tan descomunal despropósito.
     Hace pocos días supe de las declaraciones de Salomé P. Villaverde, secretaria de Educación de las Nuevas Generaciones del PP de Asturias, en las que dijo "En España no cabe un tonto más. ¡Regalamos 25 millones para África!". No sé si merece la pena gastar tiempo y esfuerzos en comentar la diarrea mental de una pija de mierda que pone en el mismo plato de la balanza las necesidades de doce millones de personas en peligro de morir de hambre y las dificultades por las que atravesamos en este país como consecuencia de la crisis económica provocada por el sistema financiero internacional con el objetivo de ganar dinero a espuertas.
     Esta foto aérea no es de las colas del paro de este país, problema gravísimo al que, sin duda, hay que dar una solución. Y ya. Es de un campo de refugiados en Kenia. En ese espacio se hacinan miles de personas que no tienen ni un futuro por el que luchar.
     Paso de esa tía. No le dedicaré ni un sólo pensamiento más. Ella solita se califica con sus palabras.
     La situación actual es desesperada. Esa gente no tiene tiempo para más. Cada día mueren muchas personas de inanición. Y el problema se agrava por las luchas intestinas de esos países, por la intervención de guerrillas y grupos armados que roban la ayuda humanitaria que llega para repartirla entre sus miembros y hacer negocio con ella, conseguir fondos y afianzar su posición en las múltiples guerras (declaradas o no) que se desarrollan en la zona.
     Tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer algo. Por poco que sea. Esa gente necesita nuestra ayuda. Al mirar las fotos que colgué en el blog hace un par de días me sigue tocando la fibra la mirada de esos niños que parecen no entender qué coño está pasando. Me detengo especialmente en ésta, en los ojos de ese niño que tiende un plato vacío a la cámara. En la expresión de su cara. Y en la mirada temerosa del que se esconde detrás. Qué más quieren que les diga.
Ellos lo dicen todo. La foto habla sola.
     Varias ONG llevan años en esos países prestando una labor que nunca será valorada en su justa medida. A continuación pongo unos enlaces a las páginas de algunas de ellas. Hay muchas más, claro. Elijan la que quieran. Pero hagan algo.



     No tengo ni idea de si el niño o niña cuya mano sostiene esa otra mano adulta que tampoco parece estar en sus mejores momentos sigue vivo (o viva) a día de hoy. Tal y como están las cosas, lo dudo. Dudo hasta que ese adulto que acompaña siga entre nosotros.
     Imaginen ahora que la imagen ha sido captada en un hospital de Madrid, o de Guadalajara, o de Tenerife.










4 comentarios:

  1. Lo sabia, sabia que me iba a doler , yo soy de Ayuda en accion , y a veces me pregunto si sirve de algo,pero claro son demasiados sitios a los que hay que ayudar ,pero siempre me surge la misma pregunta ¿por que siempre son los mismos? munca lo entendere , son seres humanos , es que ¿a nadie le importan ?? si ya se la respuesta , pero todavia es peor ,

    la bruja

    ResponderEliminar
  2. Pues demostrémosles que sí nos importan. Denunciando la situación en la que vive esta gente, no sólo cuando se encuentran en la situación actual sino a diario. Así y todo, ahora hemos de hacer lo que esté en nuestra mano para echarles un cabo, ayudando a difundir la información, haciendo visibles a toda esta gente, el que pueda, poniendo algo de pasta a través de las ONG. Lo que sea. Por poco que parezca, para esa gente es mucho.
    Y sí que sirve de algo colaborar con las ONG. Yo lo hago con algunas de ellas y estoy convencido de que sirve de mucho. A mí, personalmente, me gusta mucho Intermon Oxfam, porque es una ONG que me parece seria y transparente. Pero eso no quiere decir que las otras que pongo en la entrada no lo sean. Que cada cual elija la que quiera, de esa lista o de otra. Médicos sin Fronteras también está haciendo un trabajo encomiable.
    El primer mundo destinó centenares de miles de millones para rescatar a la banca hace un par de años, y hoy cuesta reunir mil millones entre todos para rescatar a esta gente. Indignante.
    Un beso, Bruja.

    ResponderEliminar
  3. Lo triste de todo esto es que, nosotros, los más pequeños, nos implicamos (tres de tres pertenecemos a una o varias ONGs), pero no basta porque los "grandes" tienen ojos y conciencias imperturbables.

    ResponderEliminar
  4. Hola de nuevo, Malú.
    Yo creo que aunque los grandes tengan la conciencia imperturbable, las situaciones de injusticia social no son inmutables, y somos los "pequeños" los que tenemos en nuestra mano forzar los cambios. El movimiento 15-M me parece un claro ejemplo de ello. Y todas las luchas sociales que en los últimos dos siglos dieron como resultado el reconocimiento de los derechos que hoy disfrutamos (y que ahora se encuentran en peligro).
    Esas pequeñas cosas que los "pequeños" hacemos impulsados por nuestras conciencias a la larga producen frutos, avances. Estoy convencido.
    Encantado de tenerte por aquí otra vez. Un saludo

    ResponderEliminar