domingo, 28 de marzo de 2010

El rayo que no cesa

Este pichón del Turia que te mando,                   Como el toro he nacido para el luto
de dulces ojos y de blanca pluma,                  y el dolor, como el toro estoy marcado
sobre laurel de Grecia vierte y suma               por un hierro infernal en el costado
llama lenta de amor do estoy pasando.           y por varón en la ingle con su fruto.


Su cándida virtud, su cuello blando,               Como el toro lo encuentra diminuto
en limo doble de caliente espuma,                  todo mi corazón desmesurado,
con un temblor de escarcha, perla y bruma      y del rostro del beso enamorado,
la ausencia de tu boca está marcando.           como el toro a tu amor se lo disputo.



Pasa la mano sobre tu blancura                     Como el toro me crezco en el castigo,
y verás qué nevada melodía                          la lengua en corazón tengo bañada
esparce en copos sobre tu hermosura.            y llevo al cuello un vendaval sonoro.


Así mi corazón de noche y día,                      Como el toro te sigo y te persigo,
preso en la cárcel del amor oscura,                y dejas mi deseo en una espada,
llora, sin verte, su melancolía.                       como el toro burlado, como el toro.
(Federico García Lorca)                             (Miguel Hernández)




    Miguel Hernández y Federico García Lorca. Dos poetas unidos por la vivencia de una misma guerra y el amor a su pueblo. Dos poetas muertos cuando no les tocaba. Ambos, víctimas de la feroz represalia de la sinrazón fascista. Uno de ellos, García Lorca, cuando apenas había dado comienzo una guerra absurda (si es que hay alguna que no lo sea), fruto de una denuncia anónima. Fusilado una noche de agosto, su cuerpo permanece enterrado en una fosa común desconocida.
   El otro, Miguel Hernández, también fue víctima de la delación. Arrastrado por varias prisiones franquistas al acabar la confrontación, en condiciones penosas, por haber pretendido vivir un sueño de libertad, enfermó y murió en el alba de una primavera oscura y triste.
   Como ellos, muchos miles más sufrieron el escarnio, la humillación y la muerte por haber luchado en el bando republicano. Asesinados bajo el amparo de la noche, enterrados en fosas improvisadas que luego pretendieron olvidar y hacer olvidar, pero que nunca dejaron de estar presentes en el corazón de sus seres queridos y de la historia. Todo ello en ejecución de un plan premeditado de exterminio de una resistencia que pudiera llegar a albergar una esperanza de justicia y libertad.
   Muchos son los años que han pasado, pero el recuerdo de aquellas víctimas aún late en la conciencia colectiva. Después de todo este tiempo, la sed de venganza ha dado paso a la reclamación de justicia. Aunque esa justicia, hoy, tan sólo se concrete en la necesidad del reconocimiento de las víctimas, en la búsqueda de sus restos y en la sepultura digna por parte de unos descendientes que tan sólo piden un lugar al que llevar las flores de su recuerdo.
   Pero no. Parece que quienes están llamados a hacer un acto de reconciliación definitiva siguen anclados en aquellos días de rencores, miseria moral e injusticia. Frente a una mayoría de la población que ve necesaria una labor de investigación que permita identificar a las víctimas y sus lugares de reposo, aún colean los herederos de la infamia que pretenden echar más tierra aún sobre las fosas de la guerra. Y cuando un juez decide que ya está bien, que aquellos crímenes nunca prescribieron, porque los crímenes contra la humanidad nunca se olvidan, esos herederos de los verdugos lo denuncian y la casta judicial, o su cúpula al menos, contando con la aquiescencia de la mayoría de los jueces de este país que no levantan la voz en favor de la justicia, procesan al magistrado y lo remueven de su puesto en la Audiencia Nacional para que Baltasar Garzón nunca más pueda tener a su alcance los instrumentos que le permitan escarbar en la ignominia y satisfacer los anhelos de las familias de las víctimas que, repito, sólo pretenden enterrar a sus  muertos en una tumba identificada. Qué vergüenza.
   Es como si los vencedores del pasado aún continuaran ganando batallas a la justicia y a la libertad. Es el rayo que no cesa.

viernes, 26 de marzo de 2010

Otra más de George Bush, hijo



   George Bush se limpia la mano en la camisa de Bill Clinton después de saludar a un danmificado por el terremoto de Haití.
   Quizá no me sorprenda tanto el gesto del expresidente. Lo que de verdad me llama la atención es que haya decidido bajar a la realidad pura y dura sabiendo que en ella se encontraría con la gente de la calle, con los pobres. Con los miserables de la tierra. Hubo un tiempo en que los destinos de buena parte de la comunidad internacional estaban en manos de este personaje. La prueba palpable de que en Estados Unidos cualquiera puede ser presidente es George Bush. Cuán poderoso es el lado oscuro de la fuerza, mi querido padawan..

jueves, 25 de marzo de 2010

Anónimo desvelado

   Los que ya tenemos unos años aún recordamos algunas cosas que aprendimos en el colegio. España estaba dividida en regiones (existía Castilla La Nueva y Castilla La Vieja, fíjate tú); había un bloque de países malos malísimos encabezados por la morada del anticristo asesino de niños que respondía al siniestro nombre de Unión Soviética, y Plutón era un planeta. Entre esas cosas y más, recordamos la pregunta del profesor de lengua:
    -A ver, Fulanito. Autor del Lazarillo de Tormes.
    Y la respuesta debía ser automática: autor anónimo, don Alejo.
    De hecho, creo que fue con el Lazarillo que aprendí el significado de la palabra anónimo, y ya nunca lo olvidé.
    Pues bien, hoy no hay ni regiones, ni uniones soviéticas, Plutón ni siquiera es un planeta y, parece ser, el Lazarillo de Tormes ha dejado de ser anónimo. Por fin tiene padre conocido.
    Una investigadora, Mercedes Agulló, sostiene en su libro A vueltas con el autor del Lazarillo, de reciente publicación por la editorial Calambur, que el autor de la obra inmortal es un tal Diego Hurtado de Mendoza, poeta y diplomático español del siglo XVI.
    Si no se ha leído el libro, hay que hacerlo. Es sorprendentemente divertido. En él su autor, ahora parece que Diego Hurtado de Mendoza, describe las andanzas y aventuras de ese pícaro inmortal de tal forma que un escrito que peina ya canas centenarias es capaz de arrrancar carcajadas modernas del siglo XXI.
    La noticia me ha hecho pensar en su autor, a partir del conocimiento de su obra. El tal Diego Hurtado (nacido en Granada, para más señas) debió de ser un tipo cachondísimo. Y encima era diplomático. Me lo imagino en las reuniones y comidas de trabajo, con un puro en una mano y una copa de coñac en la otra (o lo que quiera que se fumara y bebiera en aquellos días), repochado en su asiento, contando los últimos chistes que circulaban sobre Carlos V y su corte imperial. La alegría de la huerta, vamos. Luego, en casa, imaginaba un personaje pícaro y gamberro capaz de hacer saltar a su amo ciego directamente a una pared de piedra para que se rompiera la cabeza.
    En definitiva, un mito más que se nos cae. Una certidumbre se tambalea. Cada día queda más claro y patente que cimientos sólidos y estables sostienen muy pocas cosas.
ElCultural.es contaba así la noticia.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Una nueva andadura

   Empiezo una aventura con estas palabras que me llevará no sé a dónde. Mi intención no es ambiciosa. Escribir de vez en cuando los pensamientos que me vienen a la cabeza, los comentarios que me asaltan cuando entro en contacto con la realidad. Echarme unas risas. Escribir por escribir. Simplemente porque me gusta. Y, como digo en mi perfil, porque es un gustazo que alguien lea lo que escribo. ¿Porque alguien me leerá, verdad? Por favor, que alguien me lea.
   No encontrarás aquí una prosa autocontemplativa, del tipo vivo en mis pensamientos que me conducen a ti, y siento que te conviertes en el centro de mi universo. No, por favor. No. Cuando haya que ser tierno lo seré, pero cuando haya que ser hiriente y mordaz en los comentarios espero que no me tiemblen ni la prosa ni las intenciones. Este es mi espacio y aquí mando yo. Aquí soy dios, si dios es realmente omnipotente como se dice por ahí. Y a quien no le guste, esto es como la tele: tiene un botón que la apaga.
   Eso sí, puedo comprometer mi esfuerzo y mi trabajo en que este proyecto madure con el tiempo y luche por hacerse un hueco en esto del ciberespacio (qué demonios significará ciberespacio).
   Ya veremos en qué acaba la cosa.