domingo, 23 de enero de 2011

La almohada

   Cuando mi padre llega a casa ya no me gusta seguir jugando. Tengo que dejar lo que estoy haciendo y darle un beso. Mamá siempre me pide que haga todo lo que él dice, pero da igual. Él siempre se enfada. No importa que le haga caso o no. Grita fuerte, da puñetazos en los muebles y rompe las cosas. Sobre todo cuando huele como las heridas después de curarlas.
 
   Anoche no. Anoche, cenamos los tres en la cocina y luego me fui a la cama. Papá y mamá se quedaron viendo la tele en el salón. Me quedé dormido enseguida porque por la tarde había estado jugando detrás de casa con Raúl y Andrea y estaba muy cansado.

   Sí, son mis amigos.
 
   No. No sé a qué hora.
 
   Un ruido de cristales que se rompían. Después, los gritos de papá.
 
   Sí. Muchas.
 
   A veces me tapo la cabeza con la almohada y me vuelvo a quedar dormido. Entonces es como si no hubiese pasado nada y por la mañana él ya se ha ido.
 
   Agua.
 
   Gracias. ¿Dónde está mamá?
 
   Quiero ir con mamá.
 
   Papá gritaba mucho. Había muchos cristales rotos y mamá lloraba.
 
   Salí de la cama despacio, para que no se dieran cuenta. Eran gritos muy fuertes y no podía quedarme dormido otra vez.
 
   No. No sé qué gritaba. Era muy alto. ¿Dónde está mamá?
 
   Sí. Cuando iba a entrar en la cocina. Había muchos cristales en el suelo y me corté. Pero no me dí cuenta hasta después.
 
   No. Él ya no gritaba.
 
   Mamá lloraba. Estaba sentada en el suelo, en el rincón. Tenía un cuchillo todo de sangre en las manos. Papá estaba tumbado boca abajo con toda la sangre alrededor. ¿Dónde está mamá?
 
   Quiero ir con mamá.

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