miércoles, 7 de septiembre de 2011

Con la venia, señorías, tomo la palabra

    Obvio señalar quién es el perro y quién el gato. PSOE y PP están a la gresca en sus labores políticas desde hace muchos años. Se llevan como el perro y el gato. No se ponen de acuerdo en nada. Lo que para unos son podencos para los otros, galgos. Huelga decir también que eso es normal, por aquello de las izquierdas y las derechas, si es que lo de la siniestra es aún aplicable al partido socialista. La renovación del Tribunal Constitucional lleva enquistada en un tira y afloja ya perdí la noción de cuánto tiempo, y no parece que la cosa vaya a cambiar  a corto plazo. La reforma del Senado, tres cuartos de lo mismo. Hasta la lucha contra ETA provoca entre los dos partidos encarnizadas discusiones sobre cómo lo hacen unos y cómo lo harían los otros. De las recetas para superar la crisis y recuperar el empleo no sé si merece la pena hablar. Aunque ambas organizaciones políticas centran sus discursos, supuestamente, en ese delicado asunto, hasta ahora no he oído ni leído muchas argumentaciones con algo de  sentido. Y mucho menos veo resultados en la práctica. El desempleo crece y, con él, el desencanto de la población. Está claro que no tienen ni zorra de cómo avanzar por ese camino. Menuda papa caliente. Ni echándole mojo por encima se refresca.
    Para el PSOE, lo importante, dicen, es mantener los gastos sociales para garantizar la cohesión social y el estado del bienestar. Y en aras de la defensa de esos principios ha llevado a cabo un par de reformas laborales que minoran los derechos de los trabajadores y favorecen las contratación en precario ad eternum, ha impuesto una reforma de las pensiones, decretado el recorte de salarios... Pura política de defensa del estado del bienestar. A las rentas altas no se les puede subir los impuestos porque se cagan de miedo. Los políticos; las rentas altas se cagan de risa. De todos es sabido, nos quieren convencer, que cogen la maleta y se marchan a otro lado. El PP, ya lo estamos viendo. En Castilla-La Mancha ha puesto en marcha su laboratorio particular sobre las medidas a aplicar cuando llegue a La Moncloa. Vayan desde aquí mis condolencias a la población de esa comunidad. Lo siento, amigos, las cosas son así. ¿Recuerdan aquellas papeletas que metieron hace poco en la urna con las siglas del PP? Pues tomen Gospedal. Con papas fritas. Eso sí, de haber elegido las siglas del PSOE la cosa no sería muy diferente. Lo digo por aquello del consuelo. Para quien lo quiera.
    En lo de la política fiscal uno es blanco y el otro negro. Cosa perfectamente comprensible. Nadie esperaba que coincidieran. Hasta feo estaría. Pero es que no alcanzan un acuerdo en ningún asunto de importancia ni aunque les vaya la vida en ello, que es tanto como decir aunque les vaya el escrutinio favorable de los votos, la particular sangre real que les corre por las venas. Ya me gustaría leer la noticia de un consenso para reformar la injusta ley electoral, o el Senado, o un acuerdo de mínimos (sólo digo unos mínimos) para la defensa de los servicios públicos como pilar fundamental en el que hacer descansar el estado del bienestar, o el acuerdo del establecimiento de una tasa a las transacciones bancarias, o para para la consecución del objetivo del 0,7%... Poca cosa. Pero nada. Me resulta hasta divertido ver los debates (los pocos que podemos ver) del jefe del gobierno con el jefe de la oposición (les encanta lo de ser jefes). Cuando no sale a relucir el “y tú más”, se enfrascan en un toma y daca prestidigitando conejitos de la chistera y póqueres de cinco ases ante una audiencia cada vez más harta de palabras vacías e ideas huecas y volátiles. Una audiencia que apaga la tele, o cierra el periódico, para seguir redactando el currículo que les ayude a salir del agujero.
    Pero un día uno de ellos, sintiendo en sus riñones el agudo filo de la espada manejada en comandita por francos, germanos y caballeros oscuros de los mercados de la pasta, levanta el teléfono y dice hola, Mariano, ¿y la Constitución?  Y al otro le parece una idea genial y sólo se le ocurre aquello de ya te lo dije, Joselito. Hoy se prepara la votación de la reforma constitucional en el Senado después de haber sido aprobada en el Congreso. Entre la llamada primera y el actual estado de cosas, apenas un mes ha pasado. En pocas semanas, alea jacta est. Rapidez, eficacia y eficiencia. Nadie más se ha sumado a la operación. El que no dice que no, se abstiene de decir nada. Al menos se abstiene porque quiere. Hay cuarenta y cinco millones de almas que se abstienen porque, con la excusa de un tecnicismo equilibrista, se les hurta la consulta. Y así andamos. Jodidos y mal pagados.
    Pues bien, señorías, con la venia, tomo la palabra. Si de reformas constitucionales se trata, se me ocurren unas pocas. Les dejo constancia de algunas por si se les activa alguna tecla desconocida y tienen a bien tomar nota.
    Tomemos el artículo primero de la Constitución. Por el principio empezamos. Por más que he buscado en las hemerotecas y archivos propios, no he podido encontrar en qué parte de los programas electorales del PSOE o del PP proponían la reforma por la que ahora pierden el culo. Estando así las cosas, y dado que parece que aquí los únicos sujetos activos que pueden manejar el cotarro son ustedes, los partidos políticos (por el pueblo y para el pueblo, pero sin el personal), y con un margen infinito de actuación, acabemos con la antigualla esa de que la soberanía nacional reside en el pueblo. Menuda chorrada. Creo llegada la hora de modificar ese artículo e introducir un texto mucho más moderno y acorde con la realidad. Propongo que ese precepto se sustituya por la soberanía nacional reside en los partidos políticos. De esa forma todos sabríamos a qué atenernos y nadie podría llamarse a engaño. A partir de ahí, barra libre. Sin complejos, colegas.
    No quiero dejar pasar este artículo sin prestar atención a su primer punto, aquello de que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho etcétera. Algo no me suena bien. Algo se me antoja incongruente. ¿Estado social? ¿Con la que está cayendo en estos tiempos? Considero mucho mejor esta redacción, dónde va a parar: España se constituye en un Estado de mercado y partidista de Derecho. Por cierto, ahora que toco el tema, siempre me ha chocado que en la redacción de ese artículo las palabras Estado y Derecho estén escritas con mayúsculas, y social y democrático no. Qué quieren que les diga. Un sin vivir como otro cualquiera, que diría mi amiga Luisi.
    Para terminar con este primer artículo, veamos su punto tercero y último: la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Nones, señorías. Así no llegamos a ningún lado. Hay que hacer cambios. ¿Qué les parecería la forma política del Estado español es la Monarquía partidista? No me dirán que esa reforma no es sencilla. Sólo hay que cambiar unas pocas sílabas. Más fácil no lo puedo poner. Y si se quiere aprovechar el tirón para introducir el mecanismo de que al monarca lo eligen los partidos políticos por sufragio interno, a puerta cerrada, por mí estupendo.
    El artículo seis de la Constitución trata de los partidos políticos y no podía dejar pasar la ocasión, claro está. Establece el precepto que los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Sí o sí, aquí habrá que cambiar algunas cosas. Les propongo esto: sólo los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación, manifestación e imposición de la voluntad popular y son el único instrumento para la participación y decisión política. De esta forma, la cosa va encajando mejor, ¿no les parece?
    Sé que las propuestas que pongo sobre la mesa probablemente exijan retocar y maquillar algunos artículos más de la Constitución. Para serles sinceros, señorías, creo que las reformas que apunto le dan la vuelta a todo el texto y lo dejan en agua de borrajas. Pero como es más o menos lo que ustedes están haciendo estos días, dejo en sus manos las cuestiones técnicas para liquidar todo lo que consideren liquidable, que no es poco. Al fin y al cabo, ustedes son los partidos políticos, el sancta sanctorum de la actividad democrática, así que vía libre. Toda suya. La Constitución, digo.
    Cuando la machaquen bien machacada, no en la práctica, que eso ya lo hacen ustedes a la perfección, sino en la forma, no olviden borrar de un plumazo el texto más enigmático, contradictorio y cachondo que jamás encontré en la Constitución. Un texto del que la gente no tiene ni puta idea de su existencia. No conozco a nadie que haya reparado en él nunca. A mí me llamó poderosamente la atención cuando en la facultad estudié Derecho Constitucional y no vean la risa que me entró al leerlo por primera vez. Graciosillos estos papás de la consti, pensé. Me refiero al artículo 129. Vayan. Vayan y lean el chiste. Dice el articulito de marras que los poderes públicos (…) establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción. Tócate los cojones. Terminología del Manifiesto Comunista. Parece de coña, la verdad. Se ríe la Constitución de todos los trabajadores de este país cosa buena. Si por mí fuera, es uno de los pocos mandatos que salvaba de la quema, pero como a mí nadie me va a preguntar y son ustedes, señorías, las que tienen el sartén por el mango, hagan el favor de cargarse ese precepto. Por favor lo pido. Que me entran ganas de llorar cada vez que lo leo. Y miren que lo leo con frecuencia. Parezco una Magdalena.
    Pues nada, aquí les dejo estas sugerencias, desde mi más modesta apreciación de la realidad que nos obligan a vivir, y así ustedes podrán dedicarse a lo suyo, que no es más que hurtar la soberanía nacional a sus legítimos, y nosotros a lo nuestro: ver, oír y callar.
    Pero, al menos, permítannos reírnos de vez en cuando.

2 comentarios:

  1. Aún recuerdo cuando nos engañaron diciendo que para reformar la Constitución (fíjate tú por una cosa como el orden sucesorio) había que disolver luego las cortes, y convocar unas constituyentes, etc. etc....
    La historia constitucional española está marcada por las circunstancias que las han visto nacer. Las del siglo XIX, porque no había tradición anterior. Las del siglo XX, porque se hicieron al amparo del régimen anterior. El caso es que por unas cosas u otras, se convierten en "textos sagrados".... ¿No ha pasado suficiente tiempo como para plantear una revisión de verdad? ¿Qué miedos siguen estando presentes para que sólo hayan sido capaces de tocar este punto concreto? No se quería tocar lo de la Corona, para no abrir un debate sobre la república. No se quiere incluir lo de las Comunidades Autónomas, para no tener que redefinir los nacionalismos. No se toca el Senado, porque llevaría al debate federalista.... tantas cosas sin tocar...

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  2. Israel, el caso es que la Constitución tiene, básicamente, dos mecanismos de reforma. Uno sencillo y otro algo más complicado. Ambos vienen determinados por la parte de la Constitución que se pretende reformar. Si se trata de tirar la Constitución a la basura, o sea, refomarla en su integridad, o de reformar algunas de sus partes que se consideran esenciales (Título preliminar, la sección primera del capítulo segundo del título primero o algunos de los preceptos del Título segundo), la reforma constitucional requiere una mayoría muy cualificada, y que las Cortes que decidan la reforma se disuelvan tras la toma de la decisión. Acto seguido se requiere la convocatoria de nuevas elecciones con la reforma en el ojo del huracán del debate político y las nuevas Cortes elegidas deberán aprobar la reforma que, en todo caso, tendrá que ser ratificada por el pueblo en referéndun. Esa es la reforma complicada.
    La sencilla es la que se está llevando a cabo ahora, porque no afecta a ninguno de los preceptos que se recogen en los títulos y capítulos que señalé antes, por lo que no hay obligación de someterla a referéndun, a no ser que lo pida un número determinado de diputados o de senadores.
    Pero el caso es que lo que se pretende introducir en la Constitución por esta vía de urgencia, aunque formalmente no se hace en un artículo incluido dentro de esos capítulos y secciones, qué duda cabe que afecta a muchos de los derechos recogidos en esos capítulos y títulos. Además, la decisión de llevar a cabo la reforma se hace sin que esa cuestión haya tenido un debate social, sin que los partidos la llevaran en sus respectivos programas electorales, obedece más a presiones externas de poderes, fácticos o no, a los que no tenemos derecho a votar y no reúne un concenso lo sificientemente amplio como para que no se dé la contestación que está recibiendo. Por todo ello, creo que hay razones más que poderosas para someter esta polémica reforma a la decisión popular a través de un referéndun.
    Respecto a lo que dices de que la Constitución se ha convertido en un texto sagrado al que no hay que tocar, tienes razón, pero esta experiencia de ahora nos demuestra que es sagrado en tanto en cuanto se quiera que así sea, porque mira tú lo que han tardado Zapatero y Rajoy en decidir meterle un meneo de narices.
    Habría otros muchos aspectos que retocar antes de modificar lo del límite en el déficit, pero esta gente parece no atenerse a razones y han tirado para adelante caiga quien caiga en el camino. Es indignante.
    Un saludo, amigo.

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