viernes, 21 de mayo de 2010

El caso islandés

    Sí, lo sé. Desentierro una noticia ya perdida en el tiempo, cubierta de polvo y ya pasada. Así lo contaba EL PAÍS el 19 de octubre de 2008. Pero qué quieren que les diga. Con la que está cayendo en el mundo desde ese año, aquel reportaje me suele venir a la mente de una forma más o menos recurrente.
   Básicamente, nos vino a contar su autor (John Carlin), cuando el lobo de la crisis financiera internacional apenas dejaba ver la punta de sus orejas, que Islandia, paradigma de país feliz, modelo a imitar del estado del bienestar, había entrado durante aquellas fechas en una barrena económica que lo condujo a la quiebra más absoluta. El primero en caer. Sus escasos habitantes, acostumbrados como estaban a servir de ejemplo al mundo entero (de hecho, algunos organismos internacionales lo habían designado el país del mundo en el que la gente era más feliz), vivían entonces una pesadilla desconocida para ellos: crecimiento imparable del paro en una sociedad que vivía instalada en el pleno empleo, quiebras bancarias que se llevaban por delante la economía nacional y los ahorros de toda la vida, imposibilidad de la población de hacer frente a sus deudas (hipotecas, préstamos, planes de pensiones), necesidad de emigrar a otros países para buscarse los garbanzos… La bancarrota del estado.
   Lo que me sorprendió sobremanera de aquel reportaje es la conclusión a la que en él se llegaba. Según declararon varias autoridades políticas, económicas y académicas islandesas, la crisis la habían provocado los hombres y sus valores masculinos, el exceso de testosterona en la gestión política y económica del país. Por ello, apuntaban esas autoridades, la solución estaba clara: era la hora de las mujeres. O, mejor aún, de los valores femeninos.
   Reproduzco a continuación los párrafos finales del reportaje porque son los que hicieron que aquel trabajo periodístico no se me borrara de la memoria:
Pero Eggertson comparte la opinión de Svafa Gronfeldt, la rectora de la universidad, de que Islandia puede dar una lección al mundo sobre cómo salir de la actual crisis. "Debemos reflexionar sobre la humillación que hemos sufrido, abandonar estos viejos valores vikingos y reemplazarlos por otros".
 
¿Qué otros? La respuesta la tienen Gronfeldt y otra media docena de mujeres entrevistadas por este periódico: "Con valores femeninos". Islandia es el país con el porcentaje más alto de mujeres con empleo. Pero, como dice Gronfeldt, hasta ahora casi todas se han quedado estancadas en el segundo o tercer nivel empresarial. "Las mujeres tienen la preparación y la habilidad, y esta crisis va a acelerar el movimiento hacia arriba".
 
Ya se ha comenzado a experimentar el fenómeno, y de manera fulminante. Los nuevos presidentes de los dos grandes bancos nacionalizados son, por primera vez, mujeres, lo que un ministro describió como un intento de implantar "una nueva cultura" en el mundo bancario y lo que provocó este titular del
Financial Times: "Mujeres islandesas, a limpiar el desorden masculino".
 
"Sí", dice Halla Tomasdottir, "pero esta vez, después de limpiar, nos vamos a quedar". Tomasdottir ha aparecido como la portavoz de una nueva corriente a favor de que las mujeres ocupen puestos clave de liderazgo en la nueva Islandia, que se espera que emerja de las ruinas de la antigua. "Antes sólo remábamos; ahora vamos a decidir adónde vamos".
 
Tomasdottir posee, hoy más que nunca, los atributos de una gran capitana. Es la presidenta de
Audur Capital, la única consultora financiera de Islandia cuyos clientes no sólo no han perdido dinero en la crisis, sino que han salido ganando. "Los últimos cuatro años he estado observando, incrédula, el modelo imperante de inversiones. Todo pensado a corto plazo, sin tomar en cuenta las consecuencias sociales; apostar todo a enormes ganancias sin evaluar seriamente los riesgos; un grotesco exceso en los incentivos a los individuos que lideran las inversiones, y, en general, una preponderancia desmesurada de testosterona en la toma de decisiones".
 
"Las mujeres islandesas y en todo el mundo son más prácticas que los hombres, tienen los pies más firmemente plantados en la tierra y estudian con más mesura las consecuencias de los riesgos que toman", dice Tomasdottir, que el martes pronunció un discurso sobre el tema -recibido con fervor- ante 100 de las mujeres más influyentes de Islandia.
 
"No es el fin del capitalismo, como algunos dicen", explica Tomasdottir. "Es el comienzo de un capitalismo mejorado, dirigido no por las mujeres solas, claro que no, sino guiado por un concepto más femenino de la vida". Eso consiste "en pensar más a largo plazo, trabajar más en equipo y tomar en cuenta no sólo las ganancias inmediatas de los inversores, sino valores más amplios, como el bienestar de la sociedad en su conjunto".
 
Tomasdottir, una mujer de una tremenda energía y extravagante buen humor, dice estar entusiasmada ante los retos que hay por delante. "Sorprenderemos al mundo, saldremos fortalecidos de todo esto, y el mundo imitará nuestro ejemplo. ¡Ya verá!".

   Poco después de la elaboración del reportaje en Islandia se celebraron elecciones y, por primera vez, una mujer, Johanna Sigurdardottir (en la foto), fue elegida primera ministra del país. Antes ya había habido una mujer presidenta, pero primera ministra nunca. Para más inri, la elegida, socialdemócrata, es una mujer homosexual casada con otra mujer. En PÚBLICO lo contaban así.
   Habrá que estar atentos al devenir de la situación islandesa. Por lo que sé, la cosa no va nada mal y el país está levantando cabeza con algo más de facilidad que otros. Que digo yo que en eso las mujeres, los valores femeninos, habrán tenido algo que ver. Sólo nos queda desear que el vaticinio de Halla Tomasdottir se cumpla y que el mundo entero, todas las sociedades y culturas, lleguen algún día a aprender la lección y, entre todos (y todas) reconozcamos el valor de los valores femeninos, permítaseme la redundancia.

2 comentarios:

  1. Querido amigo, que decirte, un ole, ole y ole, por tu valentía en tu forma de hablar.

    Las mujeres desde tiempos antiguos han tenido que luchar y sacar a sus familias adelante con escasos medios económicos, prudentes remadoras de sus barcos, que siempre llegan a buen puerto.

    Me ha encantado leer esta entrada, felicitaciones.

    Saludos y abrazos desde la distancia más corta.

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  2. Gracias, Orquídea.
    Este mundo lo hemos construído los hombres, y así nos va: relaciones internacionales injustas; un Tercer Mundo que no levanta cabeza porque el mal llamado Primer Mundo no se lo permite y continua medrando a fuerza de explotar a los países pobres...
    Creo firmemente que los valores femeninos serán los que, de un modo u otro, se abrirán paso para alumbrar un horizonte de mayor justicia y solidaridad en la historia de la humanidad.
    Saludos y abrazos también para ti.

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