sábado, 26 de noviembre de 2011

Apretando fuerte fuerte

    Me llamo Julia, tengo 17 años y el mundo entero conspira para volverme loca. Estoy rodeada de idiotas y moriré joven. Me ahogo en esta ciudad de mierda en la que la hipocresía se para en los pasos de peatones para evitar que los coches la atropellen. Mis padres viven en una dimensión paralela y no tienen ni idea de lo que es la vida. Se empeñan en darme las mismas lecciones una y otra vez, pero ¿qué saben ellos? No tienen ni idea de quién soy. No tienen ni idea de cómo es el mundo. Se han tragado el cuento de que los estudios forjan el futuro y no son conscientes de que ese futuro ni existe ni nos está esperando. A lo sumo, acecha entre las sombras para enredarme, a poco que me descuide, en sus engaños y sueños imposibles que no son los míos.
    Me llamo Julia, tengo 17 años y unas ganas tremendas de matarlos a todos. A veces me invade el miedo y me encierro en mi cuarto, hundo la cara en la almohada apretando fuerte fuerte para contener las ganas de gritar y acabo llorando de rabia e impotencia. ¿Pero qué se han creído? No tienen ni idea. La voz de mi madre suena al otro lado del pasillo y me quema en la cabeza, baja al estómago y me araña las tripas. La odio. Mi padre no está. Nunca está. Tampoco con él puedo contar. No me queda nadie y no quiero a nadie. Busco estar sola, que me dejen en paz.
    Ayer estuve con él. Jaime es el único que parece entenderme un poco, pero me dan náuseas cuando se ríe, como si lo hiciera de mí. No soporto su forma de comportarse, esos aires de grandeza que se da. En el fondo, no deja de ser un niño chico que se siente interesante porque todas parecen perder el culo por una sonrisa suya. Imbéciles. No pienso volver a hablarle. No soy de esas que le siguen babeando recogiendo las migajas que deja caer. Qué generoso. Se cree alguien, pero yo sé la verdad, yo sé que todo es fachada, que no hay nada dentro, que está hueco. Y pensar que deseaba que me besara. Qué tonta e ingenua soy. Es como los demás.
    Este fin de semana las chicas han quedado en la piscina. Laura me preguntó si iré. Le dije que sí por quitármela de encima, pero no quiero ir. Sus risitas y cuchicheos me superan y no las aguanto. Son todas unas encefalograma plano. Me pone enferma esa especie de camaradería femenina que se ha instalado entre ellas, como si por el mero de hecho de ser mujeres todas debamos tener los mismos gustos y las mismas ganas de ser unas princesitas cursis que miran a hurtadillas a los chicos y se susurran secretos infantiles al oído. Niñatas. Dan ganas de partirles la cara. Qué asco. Además, estoy harta del único bikini que me queda, no me sienta bien y no quiero pedirle a mi madre que me dé para comprarme otro. Odio ir de compras. Odio pedirle nada. Odio no poder coger la mochila y perderme allí donde nadie me conozca.
    Me llamo Julia, tengo 17 años y no soporto esta vida. Quiero encerrarme en mi cuarto y morir. Quiero que me dejen en paz. Ojalá todos desaparecieran y me quedara sola en el mundo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Grandes pasos

-¿Lo estás viendo?
-Qué remedio. No emiten otra cosa desde hace tres horas.
-No pareces muy entusiasmado.
-¿Es que no tenían otro día?
-¿Celos profesionales? ¿A estas alturas me vienes con eso?
-Déjame en paz, ¿quieres?
-Joder, tío. No te entiendo.
-¿Qué es lo que no entiendes? ¿Qué hacemos aquí? Llevamos siete años encerrados en Titán currándonoslo y, cuando estamos a punto de captar la primera imagen del momento del nacimiento del universo con el estelar, vienen éstos de la Agencia Mundial con su viaje intergaláctico de los cojones.
-Pues a mí me parece emocionante, ¿qué quieres que te diga? Ajusta el espectrógrafo cuatro puntos. Y sube los gamma, que estás tonto hoy.
-Cuatro puntos y gamma. ¿Emocionante? Vale, sí. Emocionante. Pero, ¿quiénes fueron los que descubrieron Terradós? Nosotros. ¿Quiénes analizaron la atmósfera del planeta? Nosotros. ¿Quiénes determinaron que el planeta era habitable? Nosotros. No me jodas.
-No. No me jodas tú a mí. Nosotros hicimos nuestro trabajo y ellos hacen el suyo ahora. Coño, que el todo sistema solar se quedará a oscuras durante un segundo cuando el portal absorba toda la energía del sol y pliegue el espacio-tiempo para lanzar a esos siete tipos directos a Alfa-Centauro en nuestro primer viaje intergaláctico. No te entiendo. Serán los primeros en llegar a Terradós. Hace ciento cincuenta años un tipo puso por primera vez un pie en la Luna y fue la hostia. Si aquello fue un gran paso, ¿esto de ahora qué es? Además, nosotros tuvimos nuestro momento de gloria cuando conseguimos poner en órbita alrededor del sol el primer telescopio estelar. Y hemos descubierto planetas habitables para fundar mil humanidades nuevas. Algún día tenía que ser el del primer viaje. ¿Que tocó hoy? Pues vale. Si conseguimos la imagen, cojonudo. Dos hitos históricos el mismo día. De puta madre.
-Si no me quejo, joder. Déjame en paz. Sólo digo que tenía que ser precisamente hoy, cuando, según los cálculos, estamos a punto de captar la primera imagen del nacimiento del universo. El Big Bang, tío. El Big Bang. El principio de todo. Compensa la inclinación y conecta el infrarrojo.
-Inclinación compensada. Infrarrojos. ¿Qué ves?
-¿Pero qué coño? ¡Qué has hecho!
    En el momento de activarse el portal espacio-temporal, situado entre Saturno y Urano, el telescopio estelar que escrutaba los misterios del centro del universo captaba la primera imagen del milisegundo anterior al Big Bang. En las pantallas virtuales del centro de control del telescopio en Titán quedó registrada la imagen del portal en el momento de activarse.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Tu risa



TU RISA
(Pablo Neruda)


Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Voto útil? ¡Venga ya!

    He experimentado en carne propia eso de vender la piel del oso antes de salir a cazarlo. Me puse a la tarea de preparar un texto a cuenta del debate de los candidatos (los únicos candidatos que parece haber en este país) el fin de semana anterior al lunes de la cita a dos. Es decir, empecé a redactarlo cuando aún el debate no se había celebrado. Pero ya imaginaba de qué iría la cosa y no tuve reparos en anticiparme. Incluso tenía el título para el artículo, algo así como ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? La idea era ponerme a despotricar contra lo que barruntaba no sería un debate tal cual sino una entrevista a dos ante las cámaras de televisión y una audiencia descreída. Después de haber visto otros debates anteriores (que sí, los hubo, aunque hace tanto tiempo que a muchos se les haya olvidado), no esperaba nada nuevo de éste. Pero reconozco que aposté a ciegas y me salió mal la jugada. Si algo me sorprendió de lo que ocurrió el lunes 7 de noviembre fue que el espectáculo tuvo más de debate de lo que yo había aventurado. Y hasta ahí mis sorpresas. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol. Rubalcaba se esforzó en defender lo que ya nadie con dos dedos de frente puede llegar a creerse; y un Rajoy gris y opaco se enrocó en su matraca particular a sabiendas de que lo ha estado aupando a la victoria sin necesidad de repeinarse el flequillo: la buena gestión de la economía para generar confianza y la creación de empleo. Lo que quiera que eso signifique no lo aclara este político anodino que en circunstancias normales jamás hubiera llegado a ser presidente del gobierno y cuyo único mérito es haber sabido mantenerse firme en su puesto a la espera de una ocasión provechosa, como la hiena que no le quita ojo al león para arrebatarle la caza al menor descuido.
    Qué asco de campaña electoral, de verdad. Luego la estirpe política y la mediática se quejarán de que el personal aproveche el domingo de elecciones para irse con la familia de paseo al campo y olvide visitar la urna. Si es que se lo ponen a huevo. Para los medios de comunicación no locales sólo parece existir la alternativa bipartidista, Rubalcaba o Rajoy, PSOE o PP; las otras voces obtienen escasa cobertura. Y no me vale el argumento de la proporcionalidad. Si estamos en un estado de derecho e igualdad (¿estamos?) todos deberíamos tener las mismas oportunidades, pero no. Y total, para lo que unos y otros tienen que decir, bastaría con una campaña que dure una tarde entre semana. Nos tomamos unas cañas y a otra cosa, mi amor, que no está el panorama para más lindezas.
    Por otro lado, en Canarias la campaña da grima. Y pena. La confrontación política entre todas las fuerzas en estas islas se limita a una única y crucial discusión: quién es más canario. O, como dijo José Manuel Soria, presidente del PP isleño, refiriéndose a Rajoy, quién es más canario que el gofio. Al menos Coalición Canaria sigue siendo la misma de siempre. Lo único que dice es que ellos son los más canarios del mundo mundial y que hace falta una voz con acento canario en el parlamento. Básicamente, lo mismo que vienen diciendo desde su fundación hace veinte años. ¿Proyecto poliqué? ¿Esoquésloqueé? Responden cuando alguien tiene la ingenuidad de preguntarles por su proyecto político para el archipiélago. Estoy incapacitado del todo para escucharlos, ya no me queda más vergüenza ajena.
    Así está montado el escenario en el que danza con música ajena esta campaña electoral. Como soy de los raros, aún así quiero votar el 20-N. Y como soy de los más raros, me preocupo por meditar mi voto. Por eso daré mi apoyo a la alternativa que representa EQUO, que en Canarias se nos presenta junto a Sí Se Puede, una plataforma política que, nacida en Tenerife, en estos momentos trabaja para enraizar su proyecto político y extender sus propuestas de futuro al resto de las islas. Ese será el sentido de mi apuesta política porque lo del voto útil, si nunca me lo he creído del todo, en estas elecciones me parece un chiste de mal gusto. Al PP no voy a votar, por supuesto. Y a Izquierda Unida, ni de coña por dos razones: primero porque Izquierda Unida en Canarias está formada por una panda de impresentables, a los que no quisiera ver sentados en el congreso, dispuestos a tocar a las puertas del infierno, sea quien sea el diablo, para ganar protagonismo sin importarles una higa el proyecto político que haya que sacrificar; y en segundo lugar, porque si al PSOE hay que echarle en cara lo mal que lo han hecho en esta legislatura, a éstos de IU habrá que recordarles que lo de Extremadura no ha caído en el olvido tan pronto. A Coalición Canaria tampoco. Nunca lo he hecho, aún no me he vuelto loco y en algo valoro mi inteligencia.
    Así que apoyaré a EQUO desde el convencimiento. Pudiera parecer que lo hago porque no me queda otra, como última alternativa, pero no es así. Desde sus comienzos me llamaron la atención las propuestas frescas, y maduras a un tiempo, que pregonan, y creo que satisfacen las aspiraciones de una buena parte de la ciudadanía que está harta de la aparentemente imparable deriva neoliberal que lleva este sistema político y económico que, queramos o no, se nos está imponiendo a golpe de recorte y mira tú qué derecho tan tonto, oye. Quiero creer que ha llegado el momento de las nuevas apuestas, de liarnos la manta a la cabeza y decir basta ya, desde la indignación, si lo prefieren. La voz de EQUO y sus mensajes se me hacen imprescindibles en los años que se avecinan. Si no, ¿qué nos queda? ¿Lo de siempre? ¿Los mismos partidos anquilosados en sus propias miserias? ¿Un cambio para no cambiar nada? Si sólo eso es lo que tenemos tras el 20-N, nos habremos hecho acreedores del gobierno y los políticos que nos merecemos. Por mí que no sea.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Sin palabras

   Intenté escribir algo sobre el vídeo. Una y otra vez borré lo escrito y empecé de nuevo. Al final he de reconocer que no encuentro las palabras adecuadas.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Orquídea de los sentidos



    He hablado de ella y su blog en alguna ocasión. La amiga Orquídea ha recibido un premio por su buen hacer y lo ha querido compartir con sus queridos amigos (para decirlo con sus propias palabras), entre los que me incluye.
    Me siento halagado por ello y lo traigo aquí para, a mi vez, compartirlo con todos ustedes. Muchas gracias, amiga.
    A Orquídea y sus secretos la pueden encontrar en su rincón. La tengo en mi lista de blogs también. Merece la pena darse una vuelta por ese espacio de sensualidad y relax que nos brinda. No dejen de hacerlo.
    Gracias de nuevo, Orquídea. Un beso.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Olas


    Hay olas. El mar está lleno de ellas. Habla con ellas, labora con ellas, ama con ellas y vive por ellas.
    Hay olas pequeñas, que no empujan nada. Y las hay impetuosas, a las que nada resiste, olas con carácter capaces de disolver continentes.
    Hay olas sutiles, casi musicales. Entonan gemidos en la orilla de los que nacen las gaviotas.
    Hay olas transparentes, cristalinas, que sonríen cuando llegan.
    Las hay burbujeantes, olas que refrescan los días caldeados del estío.
    Hay olas a ras de agua y hay las que alzan el vuelo cuando mueren en la roca y renacen en la maresía para que puedas respirarlas.
    Hay olas juguetonas. Son olas que se deslizan en la lava antigua y requiebran charcos otrora excavados, escalan obstáculos y se vuelven a derramar, se demoran en sinuosos devaneos y se retiran escalonándose cual si tocaran un piano invisible.
    También las hay con la fuerza de un coloso. Se las ve venir de lejos y, al llegar al acantilado, levantan con un bramido torres almenadas de castillos legendarios que se desmoronan en un susurro multiplicado.
    Hay olas que acunan botellas con mensajes ocultos; sueños y deseos que sólo deberían leer las algas y la espuma.
    Hay olas habitadas por sirenas y leyendas. Viven agazapadas en historias de viejos marineros.
    Y las hay que están locas. Olas desquiciadas que obedecen al empuje de corrientes caprichosas que las hacen desviarse y encararse. Nunca encuentran una orilla que las acoja, ésa es su desgracia.
    Hay olas que nacen para ser cabalgadas. En una tabla o a pecho descubierto pero a éstas, siempre, hay que cabalgarlas para conocerlas. Suelen esconder pasadizos secretos.
    Hay olas multicolor, hijas del arcoíris que nada en su interior. Y las hay oscuras, opacas, cortantes como el filo de un acero.
    Hay olas de calor y olas de frío, pero de esas no hablamos. Son de otros mares, de otros océanos.
    Hay olas que nacen en la proa de un navío impulsado por el mismo viento que las mima y alborota. Delfines y ballenas las buscan. A veces las encuentran. Con ellas te saludan.
    Hay olas en el mar, y qué mares en algunas olas. Pero la que deseo, la que más envidio, es la ola que atesora la caricia de tu cuerpo inmerso en un baño de luz. En esa quiero y requiero morir. En ella una y otra vez, eternamente morir.
    Hay olas en la mar.
    Hay olas.