Las calles de Santa Cruz de Tenerife fueron el escenario ayer, 26 de junio, de una manifestación convocada por la plataforma Ya Está Bien bajo el lema En defensa de nuestra tierra, los servicios públicos y los derechos laborales.
A la convocatoria, que partió del Parque de La Granja y terminó ante la sede de presidencia del gobierno canario, acudieron diversas plataformas y colectivos ciudadanos, así como sindicatos y partidos políticos con el objetivo de volver a hacer sonar en la calle la voz de esas luchas que continúan una labor diaria y tenaz sin llamar la atención de unos medios de comunicación más preocupados por estar a bien con las autoridades políticas que reflejar en su trabajo las múltiples realidades que vivimos en nuestra tierra.
A la convocatoria, que partió del Parque de La Granja y terminó ante la sede de presidencia del gobierno canario, acudieron diversas plataformas y colectivos ciudadanos, así como sindicatos y partidos políticos con el objetivo de volver a hacer sonar en la calle la voz de esas luchas que continúan una labor diaria y tenaz sin llamar la atención de unos medios de comunicación más preocupados por estar a bien con las autoridades políticas que reflejar en su trabajo las múltiples realidades que vivimos en nuestra tierra.
El puerto de Granadilla, la defensa de la biodiversidad de nuestra tierra, el tren del norte, el rechazo al anteproyecto de ley de la Función Pública, la defensa de la calidad de los servicios públicos, de la sanidad, de la educación, la protesta por la reciente reforma laboral, la reivindicación de una huelga general, el no al Plan General de Ordenación de Santa Cruz, etc., fueron la voces que recorrieron las calles llamando la atención sobre el sinfín de desmanes que las autoridades planean para hipotecar el futuro de Tenerife y de Canarias.
Desde mi punto de vista, la convocatoria era una buenísima, y necesaria, oportunidad de sacar a la calle a una cantidad ingente de personas que a buen seguro optan por la defensa de nuestro territorio y de los servicios públicos. Pero fuimos pocos los que ayer nos vimos y coreamos los gritos de protesta. Y creo que ello se debió a fallos cometidos en la forma de llevar a cabo la convocatoria.
Esta crítica fraternal la hago desde el convencimiento de que actos como el de ayer son más que necesarios en Canarias, no sólo en Tenerife. Pero creo que se está confiando demasiado en las nuevas tecnologías y estamos dejando de lado la forma tradicional de hacer las cosas.
Durante los últimos diez días he recibido multitud de comunicaciones sobre la manifestación a través de facebook y de mi correo electrónico. Esa labor informativa quizá nos despistó y pensamos que hacíamos bien las cosas. Pero lo cierto es que no todo el mundo está en facebook ni todo el mundo tiene correo electrónico, o no hace un uso diario de él. No podemos dejar exclusivamente en manos de esos instrumentos una convocatoria como la de ayer. En el cartel anunciador de la manifestación eché de menos a muchas organizaciones. ¿Dónde estaban sindicatos como Intersindical Canaria? ¿Y Sí se puede? ¿Y partidos políticos como Alternativa Nacionalista Canaria o Alternativa Popular Canaria? ¿Y la multitud de plataformas vecinales y de pueblo que se organizan aquí y allá por toda la isla de Tenerife?
Estoy convencido de que si no estaban no es porque no estuvieran de acuerdo con la convocatoria o su contenido. Me inclino a pensar más bien que no se entró en contacto con ellos por parte de los convocantes. Mi hipótesis es que no se llevó a cabo un trabajo de patear las calles y los pueblos, que no se hizo la tarea tradicional de pegar carteles en todos los rincones de nuestra tierra, dar a conocer a todo el mundo la convocatoria en la calle. En los ordenadores también, pero no sólo en ellos. No olvidemos la calle. Nunca. Se tenía que haber entrado en contacto con todas esas plataformas, sindicatos, partidos políticos, implicarlos en la convocatoria. En estos casos también hemos de tener olfato mercadotécnico y publicar faldones en las páginas de los periódicos costeados entre todas las organizaciones implicadas. Ese gasto, repartido entre todos, estoy convencido de que no está fuera de nuestro alcance.